Contravisualidade aérea e o direito a olhar a partir de algum lugar

Nuestro futuro drone

 

Los UAVs (Unmanned Aerial Vehicles o Vehículos Aéreos No Tripulados), también conocidos como drones, están revolucionando nuestra conceptos de privacidad, fronteras, guerra, espacio urbano y aéreo (Yost, 2013). Presentes cada vez más tanto en los cielos como en la psique colectiva, nos están haciendo cuestionar los límites que colocamos a esas máquinas de poder, a esa tecnología oscura (Lichty, 2013).

 

Figura 1. Niño mirando un grafiti en un muro en Saná (Yemen), que muestra un drone de EEUU con la inscripción en rojo: ¿por qué mataste a mi familia?. Fuente: Yahya Arhab/EPA.

Niño mirando un grafiti en un muro en Saná (Yemen), que muestra un drone de EEUU con la inscripción en rojo: ¿por qué mataste a mi familia?. Fuente: Yahya Arhab/EPA.

 

En su versión primera, militar y de agresión, la realidad de los drones está marcada por su distribución geográfica desigual. En lugares como la franja de Gaza, Yemen (Singh, 2015) o Pakistán (Schei, 2014)1, los UAVs son una amenaza constante para la integridad física de la población civil, induciendo a esta a una mentalidad de asedio desde al menos una década.
Patrick Lichty señala que el uso de ataques con aviones no tripulados de la CIA en todo el mundo, la intersección de estas prácticas a través de sectores críticos de la creación artística de la llamada Nueva Estética (Bridle, 2011) y su obsesión por el ojo de la máquina, así como la proliferación de drones domésticos (al menos en América del Norte) muestran las complejidades del impacto cultural de esta tecnología que denomina como “oscura”. Lo que surge según Lichty es un complejo paisaje cultural donde una emergente fuerza aérea remota vigila el mundo en el nombre del poder estadounidense, mientras que las imágenes generadas por ellos provocan una perversa fascinación visual entre ciertas subculturas.

El video de Alex Cornell “Our Drone Future” (Figura 2) es una destacada contribución audiovisual a este nuevo paisaje cultural, imaginando un escenario posible en el que los UAVSs, con sus tecnologías y capacidades, llegarán a tener una presencia pervasiva cada vez mayor en los cielos de nuestras ciudades. El video simula como, en un futuro cercano, la policía de Estados Unidos utilizará drones semi-autónomos para la seguridad urbana. Oficiales humanos monitorearán  las señales de los drones de vigilancia recibidas de forma remota y los informes de datos se mostrarán con un HUD1 detallado y se comunicarán a través de una voz humana sintética, diseñada para mitigar el desconforto (haciendo al drone sensible). Mientras que los drones actuarán independientemente, serán “guiados” por los operadores humanos, que pueden sugerir planes de misiones alternativas y hacer preguntas. Especializándose en análisis predictivo, los drones de seguridad podrán reasignarse misiones para investigar amenazas potenciales. En el video, un drone de seguridad urbana patrulla los lugares críticos de San Francisco y se encuentra con una resistencia civil feroz.

 

our-drone-futur

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La visión panóptica del drone es central en las doctrinas de contrainsurgencia y sus estrategias de control y castigo basadas en la combinación de la visualización local y a distancia, y  en sus máquinas de ver y matar como el global hawk o el predator, que como afirma Grégoire Chamayou en su investigación filosófica sobre la guerra con drones, convierten al ojo en una arma.

Nicholas Mirzoeff traza en su libro “El derecho a mirar: una contrahistoria de la visualidad” una genealogía de la relación de la visualidad con el poder y la autoridad. El autor se refiere a la noción de visualidad como el conjunto de mecanismos que ordenan y organizan el mundo, y al hacerlo, naturalizan las estructuras de poder subyacentes. La visualidad entendida como medio para el sostenimiento de la autoridad, el colonialismo, el totalitarismo. En su genealogía histórica, el autor propone una periodización en tres regímenes o “complejos de visualidad”: la plantación de esclavos, el imperialismo y la actual, el complejo-militar industrial. Estos complejos de visualidad naturalizan al poder a través de la clasificación, la separación y la estetización.

 

El derecho a mirar desde el cielo

 

Mirzoeff propone el “derecho a mirar” como punto de partida para una formas de oposición a esa alianza entre visualidad y poder. El derecho a mirar es, según el autor, la contravisualidad popular que, frente a la autoridad de la visualidad hegemónica, emerge para reivindicar autonomía. No es sólo una forma diferente de ver o una manera diferente de ver las imágenes, sino las tácticas para desarticular las estrategias visuales del sistema hegemónico. Frente a ella, el derecho a mirar implica una mirada relacional, igualitaria y recíproca. Frente a la distribución policial de lo sensible -cada uno en su sitio y cada uno a lo suyo-, frente a la distribución normativa y naturalizada de lo visible y lo decible, el derecho a mirar expone una subjetividad autónoma capaz de trastocar este reparto, de mirar allí donde se nos dice que no hay nada que ver (Mirzoeff, 2011).

El primero de los proyectos de drone ciudadano se remonta a 2004. Su nombre en código es S-77 CCR, abreviado de System 77 Civil Counter-Reconnaissance. Su slogan – “Ojos en los cielos, democracia en las calles – resume un mensaje político. Creado por Marko Peljhan (Makrolab) y  Konrad Becker (Public Netbase), S-77 CCR se presentaba para permitir el equilibrio de las  técnicas de vigilancia y para educar al público general al respecto de estas tecnologías de control.

El  derecho a mirar como práctica de contravisualidad empleando UAVs es hoy ejercido por un número cada vez mayor de hackers, artivistas, cineastas y periodistas independientes y científicos sociales, que reclaman su derecho a un “aire público” y  transforman el cielo en un objeto estético y político.

 

Drone sobrevolando granja de cerdos de Estados Unidos. Fuente: http://factoryfarmdrones.com

Drone sobrevolando granja de cerdos de Estados Unidos. Fuente: http://factoryfarmdrones.com

 

Mark Devries, un director de cine, decidió poner una cámara a su drone (Figura 3) para que sobrevolara sobre una granja de cerdos operada por Murphy-Brown, una subdivisión de las granjas Smithfield, el mayor productor de carne de cerdo en el mundo. Tenía una idea de lo que iba a encontrar, pero de todas formas se impresionó. Una vez que el drone pasó la barrera de árboles, sobrevoló un lago. Pero su color evidenciaba la contaminación en él: era un pozo del tamaño de cuatro canchas de fútbol lleno de orina y heces de los cerdos. Más allá del lago, estaban la granja con edificios que albergan a miles de cerdos, muchas veces tan superpoblados que los cerdos no pueden ni voltearse. El video es parte de un largo documental titulado “Speciesism: The Movie” que expone los secretos de las fábricas modernas de ganado en Estados Unidos, donde la mayoría de los animales usados para alimentado son criados en gigantes

Lot Amorós es ingeniero de computación y artista transdiciplinar. Comenzó su proyecto Guerrilla Drone para crear “intervenciones audiovisuales en el espacio público usando realidad aumentada”. Equipando al UAV con un videoproyector láser, Guerrilla Drone trata de invertir la lógica del panóptico como un sistema de control opaco mediante la ampliación de las posibilidades de acciones directas o actuaciones con apoyo audiovisual aéreo: la creación de pantallas urbanas en cualquier superficie. La aeronave experimental participó en acciones de resistencia a desahucios como la del Centro Social Autogestionado Can Vies de Barcelona.
Flone es el proyecto actual de Lot y sus colaboradores, otro ejemplo de  “drone ciudadano concebido por y para ciudadanos críticos”, que utiliza un smartphone como controlador de vuelo. Ha sido confeccionado utilizando software libre y hardware de código abierto; es de bajo coste, de fabricación artesanal, potente y lo suficientemente pequeño como para transportarse en una mochila. Una de sus funcionalidades es la cartografía aérea.

 

Fotografía aérea del parque Augusta de São Paulo realizada con Flone, abril de 2015. Fuente: Lot Amorós en Grupo Organismo Vivo Parque Augusta.

Fotografía aérea del parque Augusta de São Paulo realizada con Flone, abril de 2015. Fuente: Lot Amorós en Grupo Organismo Vivo Parque Augusta.

 

Una acción reciente de Flone fue el reconocimiento aéreo del parque Augusta de São Paulo (Figura 4). El parque, una de las últimas áreas boscosas originales de la ciudad, está situado en una zona de alto interés especulativo inmobiliario. Una red muy activa de ciudadanos reclama su reconocimiento como bien común urbano con campañas y ocupaciones culturales.  El parque está actualmente cerrado. El sobrevuelo del parque fue realizado con objeto de monitorear el estado de los árboles y documentar cuales están siendo cortados ilegalmente o dañados por la empresa constructora propietaria actual del local, con objeto de llevar a cabo las oportunas denuncias.

Que cada vez se está generalizando más el uso de los drones ciudadanos se hace evidente cuando analizamos la cobertura imagética y videográfica desde la perspectiva de los manifestantes de las ocupaciones multitudinarias y levantamientos populares del llamado nuevo ciclo global de luchas (Hardt, 2013). En los acontecimientos de 2011 el uso de drones por los media-activistas fue casi inexistente tanto en la filmación de los campamentos de Tahrir en Cairo o de otros escenarios de la primavera árabe; como en la Puerta del Sol en Madrid o la Plaza Sintagma de Atenas. En Zucotti Park1 en Nueva York los UAVs media-activistas comenzaron a asomar tímidamente. A partir de 2013 el escenario muda radicalmente coincidiendo con la disponibilidad y abaratamiento de esta tecnología. Tanto en las acciones de defensa del Parque Gezi en la plaza de Taksim2 (Estambul), Euro Maidan3 (Kiev), o Admiral (Hong Kong), los drones ciudadanos documentaron exitosamente desde el aire los campamentos de protesta.

 

La persistencia de la visión del drone

 

El HUD es uno de los elementos constitutivos de la visión del drone. Tiene como objeto asistir con indicadores al vuelo del piloto, ofreciendo información sobre la altitud, inclinación, velocidad, o distancia al objetivo. Generalmente adiciona indicadores en pantalla  que tienen que ver con la función securitaria y de vigilancia, propia del ámbito militar y policial. Aunque su desarrollo inicial fue para las aeronaves militares, actualmente se utilizan estos sistemas en la aviación civil y automóviles. El HUD es un elemento fundamental de los vídeos producidos por las cámaras de los drones, que algunas veces, como en el caso del video Our Drone Future  (Figura 6),  es una capa de posproducción infográfica que resignifica elementos específicos de las filmaciones aéreas realizadas por la aeronave.  A través de incontables vídeos publicados en internet, el HUD del UAV se constituye como una manera contemporánea de “ver” el territorio, parte de esa nueva estética de visión de robot a la que se refiere Bridle.

En su análisis de la mirada del drone, Patrick Lichty evita partir de regímenes tecnológicos, o incluso de los paradigmas tradicionales de la codicia de la mirada masculina de Mulvey, sino que toma como punto de partida la red latouriana de actores que reconfigura la definición del objeto visto que “la línea de vuelo” de la mirada del drone confiere. En el modelo de Lichty, el nodo operador ve el objeto ‘mirado’ a través del HUD de la cámara del drone, parte de la cual es controlada por algoritmos de reconocimiento de patrones. Lo que resulta es una visión aumentada, una visión ‘ciborg’ en donde la puesta en escena da la ilusión de ser hecha más nítida y penetrante por el régimen tecnológico de los sistemas tecnológicos del drone. Es una línea de vuelo que viaja a lo largo de tres nodos de la red de la mirada; el sitio de operaciones, el nodo encuadre programático del objeto-drone que luego redirige la mirada para el objetivo, transformándolo de la casa, persona, o ser querido a un blanco u objetivo. Este, según este autor, es el problema de la mirada ciborg del drone.

 

Figura 2. Our Drone Future, 2014. Fuente: https://vimeo.com/83644777

Our Drone Future, 2014 . Fuente: https://vimeo.com/83644777

 

¿Cuáles son, además de los mencionados, los ejemplos de proyectos que proponen una mirada ciborg diferente, emancipadora? ¿Podemos imaginar prototipar un HUD con una matriz de visión opuesta a la militar y securitaria? ¿Qué informaciones adicionales en pantalla y datos sobre el territorio debería visualizar? ¿Como sería una “sentient drone technology” contrahegemónico? Y finalmente, pero no menos importante: ¿cuál es la pertinencia y el sentido de hacerse estas preguntas cuando, como señala Patrick Lichty1, existe tal diferencia entre los drones domésticos y los militares que el efecto cultural del drone casero (aquel utilizado por niños y entusiastas de la tecnología) llega a ser la banalización y la estetización de la tecnología militar y sus productos que eluden completamente la realidad de que estos drones domésticos no son como el Predator de General Atomics2?

 

Saberes situados contra la mirada conquistadora de ningún lugar

 

En su texto “The Persistence of Vision”, Donna Haraway aborda la cuestión de la visión expresando su confianza metafórica en lo que el discurso feminista considera un sistema sensorial maligno. La autora insiste en la naturaleza incorporada de toda visión, para reclamar un sistema sensorial que ha sido utilizado para saltar del enmarcado del cuerpo  a una mirada conquistadora desde ningún lugar.

La autora escribe que los ojos se han utilizado para significar una capacidad perversa -pulida a la perfección en la historia de la ciencia ligada al militarismo, el capitalismo, el colonialismo y la supremacía masculina- y distanciarse del sujeto,  que conoce de todo y de todos en aras de un poder ilimitado. Los instrumentos de visualización de las multinacionales y la cultura posmoderna han agravado estos significados de des-incorporados. Las tecnologías de visualización no tienen límite aparente; el ojo de cualquier primate ordinario como nosotros puede ser infinitamente reforzado por todo tipo de sistemas de visión artificial.

Los “ojos” disponibilizados en las ciencias tecnológicas modernas, escribe Haraway,  hacen añicos cualquier idea de la visión pasiva. Estos dispositivos protésicos nos muestran que todos los ojos, incluyendo nuestros propios los orgánicos, son sistemas perceptivos activos, construyéndose en traducciones y en formas específicas de ver, es decir, en formas de vida. No hay ninguna fotografía sin mediación o cámara oscura pasiva en las cuentas de los organismos científicos y máquinas; hay solamente posibilidades visuales altamente específicas, cada una con una forma maravillosamente detallada, activa, manera parcial de organización de mundos. Todas estas imágenes del mundo no deberían ser alegorías de una infinita movilidad y capacidad de intercambio, sino de una elaborada especificidad y diferencia y del cuidado cariñoso que la gente podría tener para aprender a ver fielmente el punto de vista del otro, incluso cuando el otro es nuestra propia máquina. Eso, señala la autora, no es alienar la distancia; eso es una posible alegoría para las versiones feministas de la objetividad. La comprensión de cómo estos sistemas visuales funcionan, técnica, social y psíquicamente debería ser una manera de dar cuerpo a una objetividad feminista.

Según Haraway no debemos buscar los saberes gobernados por el falogocentrismo (la nostalgia por la presencia de la única y verdadera Palabra) y su visión des-incorporada, si no aquellos gobernados por la mirada parcial y la voz limitada. No buscar la parcialidad por su propio bien, sino por el bien de las conexiones y aperturas inesperadas que los conocimientos situados hacen posible.

Para Haraway la única manera de encontrar una visión más amplia es estar en algún lugar en particular. La cuestión de la ciencia en el feminismo trata sobre la objetividad como una racionalidad posicionada. Sus imágenes no son producto de una evasión o trascendencia de los límites, es decir, la vista desde arriba, sino de la unión de puntos de vista parciales y voces vacilantes en una posición de sujeto colectivo que promete una visión de los medios para llevar a cabo una corporificación finita, de vivir dentro de los límites y contradicciones, es decir, de puntos de vista desde algún lugar.

Que la persistente visión del drone es una visión desde ningún lugar queda expresado de manera ineluctable por Edward Snowden en Citizen 4 (Poitras, 2014). El ex administrador de sistemas de la NSA explica en el documental como desde su computadora personal y con sus credenciales seguridad podía acceder, a feeds de video en tiempo real de las cámaras de cientos de drones militares de Estados Unidos sobrevolando los cielos del planeta. Una visión desde cualquier lugar, en cualquier momento,  es decir,  desde ningún lugar.

Es entonces con la pretensión de ejercer nuestro derecho a mirar -y aprender a no ser mirados- desde el cielo que creamos la #DroneHackademy un laboratorio ciudadano y comunidad de aprendizaje sobre drones como tecnología social que tuvo su primer primer teatro de operaciones en la ciudad Rio de Janeiro juntando a un grupo de jóvenes investigadores, hacktivistas, artivistas, comunicadores independientes y científicos sociales, y que se propone para dar una modesta luz situada, desde algún lugar, a esta tecnología oscura.

 

Extracto de trabalho apresentado no III Simpósio Internacional LAVITS, Vigilância, Tecnopolíticas, Territórios. 13 – 15 de Maio, 2015. Rio de Janeiro, Brasil.

Written by Pablo DeSoto